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Felices, están felices
Rafael Marco, SMA

En Enero pasado regresé a Niamey. Quería visitar a los compañeros, saludar a los amigos que dejé y tomar el pulso a la Iglesia de Niger con la que había colaborado durante varios años.



 

La esperanza que no cese

-Llegué al día siguiente de los saqueos e incendios de iglesias, residencia de sacerdotes y religiosas, escuelas, dispensarios… que tuvieron lugar en Niamey después de los acontecimientos de “Charlie Hebdo”, matanzas y manifestaciones en Paris. El ambiente era de cenizas y lágrimas.

- ¿De qué nos ha servido todo el esfuerzo que hemos hecho por mantener el diálogo con el Islam? Se preguntaba Sabine, la responsable de Caritas-Niger.

Moumé, de la comunidad de Tera, me hablaba ayer de miedo. La gente tiene miedo y ella ganas de reñir, de gritar su dolor a todos los musulmanes de la ciudad y echarles en cara su violencia e hipocresía. Pasaba delante de nosotros un morabito:

-Mira, allí tienes un colega, me decía.

Iba con su rosario en la mano, su chilaba y barbita afilada, lo más clásico. Casi me dan ganas de llamarle asesino, a él y después a todos los del gorrito hausa o turbantes bien engolados. Van de un lado para otro por la ciudad como si no hubiese pasado nada, como si no se hubiesen deshilachado las cuerdas de la amistad y confianza con tantos muertos, incendios y tantos hombres que se ven obligados a refugiarse en Burkina, Togo o Benín. Es una vergüenza para el Niger. Moumé lo tenía fácil si quería excitar mis impulsos.

Deja, deja, no te metas ahora en esas arenas movedizas, me decía a mi mismo, que tengo otras cosas que hacer y voy cansado después del viaje que acabo de hacer por el Benin. En casa me encuentro con Mauro.

-¿Qué tal van los hermanos del Benin? ¿están contentos con su trabajo o desilusionados?, me pregunta.

Se me encendió una lámpara y le contesté:

- Felices. Están felices. Todos trabajando en lo más puntero de la evangelización: Satur metido con la lengua y cultura Boo. Es un promotor y guía. Marcos con los minusválidos de todo género: locos, tontos de baba, heridos cerebrales con los que celebra la fiesta de la vida, y a los más pequeños los mete entre sus brazos. Isidro con los peul, pueblo de pastores y andariego. Jesús abriendo comunidades en el pueblo gando...

Lo que me inquieta y preocupa ahora es que no sabré explicar, que no seré capaz de transmitir una lectura cabal y con sentido de los acontecimientos tan grandes como los que me ha tocado vivir durante este viaje y llegar al fondo de su enseñanza.

Rafael Marco, sma.